Hogar de Morgana

El ninja resto immovil, mientras el puño se acercaba y le golpeaba justo en la mandibula. No habia sido un gran golpe, el uchiha apenas habia notado el puñetazo. Pero si habia sido lo suficiente para que le empezara a salir un hilo de sangre del labio.

Suavemente, le cogio la mano y la abrio. La mujer tenia marcas de la piedra por la palma de la mano, en un gesto, el shinobi hizo caer la piedra para luego soltar la mano de Morgana. Acto seguido, realizo 10 kage bunshin no jutsu (clones de sombra) y estos usaron el Henge no jutsu para transformarse en asesinos.

Otra sonrisa aparecio a los labios del uchiha mientras se los lamia para quitarse la sangre.

- Esquiva y pegales, sabes como esta el terreno y los kunais esparcidos por el. Se lista y usalo como una ventaja, tienes buen instinto, confia en el. No intentes hacer cosas complicadas, con simpes movimientos como un saltito bastan para esquivar muchos ataques.

Tras esto, el uchiha sonrio mientras se agachaba apareciendo la figura de un asesino que estaba realizando una patada aerea justo donde se encontraba la cabeza del muchacho. Luego, simplemente, el shinobi se alzo dando un codazo al ninja y este desaparecio en un pop.

- Solo debes hacer que se golpeen, hay 9.

Tras un guiño de ojo, el uchiha desaparecio de la vista de la muchacha, haciendose a un lado para observarla.

Mi golpe le hizo sangrar. Iba a taparme la boca con las manos, un poco angustiada, cuando él me cogió la mano para quitarme la piedra. Pero se apartó y aparecieron diez figuras idénticas a él, que se transformaron en extraños y tenebrosos individuos, todos iguales. Parecían asesinos.

Escuché las indicaciones de Dalmar, pero supe desde el primer momento que no podría hacerlo. No tenía ningua experiencia en el terreno de la lucha, ni siquiera había golpeado a alguien siendo niña. La única vez que quise hacer daño a alguien fue estrellando un jarrón en la cabeza de un borracho para salvar a mi hermano, pero...

Esto no era un borracho. Eran nueve individuos acercándose a mí. Mi corazón empezó a bombear más aprisa, debería concentrarme o resultaría herida.

Uno de ellos avanzó un paso y dirigió un puñetazo hacia mi estómago, pero lo esquivé saltando hacia atrás, curvando el cuerpo para alejarme del golpe. Había tenido suerte, era un golpe lento.

Pero los problemas surgieron cuando me atacaron todos a la vez. Intenté esquivar los golpes, y lo conseguí con los primeros, pero entonces sentí una patada en el centro de mi pecho, en el esternón. Caí de espaldas hacia atrás por la fuerza del impacto y mi cabeza chocó contra el barro, rozando un kunai que podría haberme atravesado sin problema.

Me levanté con cuidado, intentando respirar y arranqué el kunai del suelo. Tres individuos se lanzaron hacia mí y yo fui esquivándolos, y conseguí golpear a uno en la cabeza, con lo que desapareció en una nube.

Retrocedía mientras esquivaba y recibía golpes, pero se me pasó un kunai clavado en el suelo que me cortó a través de la bota en la espinilla. Caí de rodillas, llevándome la mano a la herida con un gesto de dolor.

Todos los individuos restantes se lanzaron a la vez sobre mí y yo no pude hacer nada excepto cubrir mi cabeza con los brazos con los ojos cerrados.

No se habia movido tan mal como el esperaba en un principio. Derroto a varios de sus clones aunque termino en el suelo. Los clones se lanzaron hacia ella para golpearla. Todos, exepto uno desaparecieron, el que no lo hizo siguio con su ataque, una patada descendiente que golpeo fuertamente donde se estaba protegiendo con los brazos.

Tras eso desaparecio con un plop. Nubes negras de tormenta aparecieron en el cielo y el viento volvio a soplar, como si quisiera con eso llevarse a ambos presentes fuera del lugar. La lluvia se acrecento, lloviendo ahora a cantaros y unos relampagos se mostraron subitamente en el cielo.

- Levanta y vamos dentro

El shinobi se encontraba cerca suya y siquiera la miro. Acto seguido, el chico se dirigio hacia el interior de la casa. Una vez dentro, subio hacia la habitacion de la mujer, donde estarian a salvo de las adversidades climatologicas. Espero, pacientemente hasta que la mujer llego a la habitacion, quieto enmedio de esta, observandola con sus ojos rojos mientras a sus pies se formaba un charco del agua que se despedia de sus ropajes y pelo.

- Aprendiste algo?

Siseé al recibir el golpe en los brazos, pero no emití ningún sonido más audible. Levanté la mirada para ver que los individuos habían desaparecido. El cielo volvió a oscurecerse y empezó a llover fuertemente.

Escuché lo que me dijo y le miré, pero el ni siquiera me dirigió la mirada. Acaso lo habría decepcionado? Seguramente. Asentí con la cabeza silenciosamente mientras me ponía en pie. Antes de terminar de levantarme, él ya se había ido. Suspiré y atravesé cojeando lo que quedaba de jardín, teniendo cuidado con los kunais. Entré en el vestíbulo, me senté en un escalón y me quité las botas. El corte tendría un centímetro de profundidad

Me levanté y fui a la cocina. Encontré unas vendas, que usé para tapar la herida de mi pierna, que sangraba bastante. Me miré la palma de la mano; haría una hora o dos sangraba muchísimo, pero ya no lo hacía. Era ridículo ver cuánto podía sangrar un corte tan pequeño. No atendí el corte y subí escaleras arriba, a mi cuarto, donde encontré a Dalmar.

Que si había aprendido algo? Pensé un instante.

-La verdad es que sí, aunque sea poco. Nunca le había hecho sangrar a alguien... lamento aquello- suspiré y me senté en una silla, mirando mis manos sobre mis rodillas- Al menos sé cómo golpear, aunque esquivar no se me dé bien...

Levanté la vista y la clavé en sus ojos.

-Gracias por el esfuerzo, de todos modos.

Escruté sus ojos, buscando algún sentimiento. Quizá buscaba decepción en su mirada, o la pérdida de su paciencia. Decepción había, sin duda. Observé que estaba empapado, al igual que yo. Me levanté, cogí una toalla colgada en una silla, me acerqué a él y se la puse en los hombros, sin decir nada.

Me aparté de él y me apoyé en la pared, junto a la ventana, mirando la lluvia a través del cristal.

Sin duda no habia aprendido nada, eso no era lo que el ninja preguntaba. Aprender a luchar, defenderse. No servia de nada si no habia un objetivo mas alla, mas la mujer no debia luchar. No era que le importase, quizas si fuera eso, pero solo hacia falta ver su reaccion para ver que la lucha no era su camino.

Sin embargo, el entrenamiento no habia terminado. El uchiha haria que al menos no le respondiera que sabia dar un puñetazo. El gran problema era, que no sabia como era ese que perseguia a Morgana, eso facilitaria las cosas. Una idea le vino a la cabeza, no era mala, pero quizas la mujer no le volviera a hablar. bueno reflexiono el uchiha, si eso sirve para que aprenda lo hare.

Esta estaba de espaldas, el uchiha tomo una gota de su sangre y realizo unos sellos, tras apoyar la mano en el suelo e invoco al DRAGON ESPECTRAL, este invisible desaparecio para vigilar el lugar mientras el uchiha se hacercaba por detras a Morgana. La envolvio con la toalla y la giro mirandola a los ojos, tras eso la beso suavemente a los labios y empezo a besarle el cuello mientras que con sus manos le cogia la cintura.

Lentamente, el shinobi empezo a ejercer mas presion con sus manos y sus besos se volvieron a leves mordiscos empezando a hacer daño y a molestar a la mujer. El uchiha esperaba solo una reaccion, este entrenamiento era infalible, o eso pensaba el, estaba haciendo un gran gasto de chackra y solo para entrenarla.

off//

Jutsus usados: [spoiler]
Kage
Nombre: Dragón espectral
Habilidad: Este dragón es etéreo, solo se puede subir el Ninja que lo invocó. Sus ataques son a base de chakra puro, muy concentrado, lanzando chorros de tremenda potencia que son capaces de destruir montañas enteras. Solo se le puede dañar con ninjustsu. El dragón es tan grande como el anterior pero este es mas ágil, ya que tiene la capacidad de viajar entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Es capaz de aparecer y desaparecer del campo de batalla a su voluntad, llevando consigo a su invocador. Para invocarlo se necesita una gran cantidad de chakra con lo que el invocador se quedara con la mitad de su chakra si lo invoca.


- Tsukuyomi: es un genjutsu de alto nivel que solo un usuario del Mangekyō Sharingan puede realizar. Gracias a esta técnica el ninja puede controlar el tiempo, el espacio, incluso la masa de los objetos. Esta técnica consiste en teletransportar la mente del enemigo a un mundo imaginario creado por el ninja y usado para torturar mentalmente al oponente. Además, el ninja puede causar el dolor más temible a su enemigo, durante el tiempo que el desee, dañando directamente su sistema nervioso neuronal, haciéndole creer que esta al borde de la muerte.
Como limitaciones más grandes de esta técnica tan compleja y sofisticada, estaría el desgaste mental y de chakra para crear la ilusión del creador, limitándole a un mínimo de reproducciones al día
[spoiler]

Los cristales de la ventana temblaron. Qué ocurría? No tenía que ver con la tempestad exterior. El fantasma?

Sentí una toalla a mi alrededor, pero antes de reaccionar fui girada para ver los punzantes ojos de Dalmar cerca de los míos. Su rostro se acercó y sentí la leve presión de sus labios sobre los míos. Abrí bastante los ojos, estaba confundida. Acaso no le había decepcionado?

Pero se aparó y me empezó a besar el cuello. Mis músculos se quedaron rígidos. Qué se supone que estaba haciendo?

-Dalmar, qué...?- pregunté con un hilo de voz.

Estaba asustada? Sí, no sabía qué ocurría. Pero entonces sentí sus dientes en mi piel, mordiendo cada vez más fuerte. Dolía.

-Para, por favor, me haces daño- protesté, más asustada, intentando apartarlo empujándolo con las manos.

Pero no me escuchaba y mordió más fuerte. Jadeé de dolor mientras apenas imperceptibles lágrimas se acumulaban en mis ojos. Un pitido empezó a sonar en mis oídos y el pecho me empezó a doler.

-NO!

Le empujé con todas mis fuerzas, consiguiendo apartarlo, y le esquivé para escapar por la puerta, dirigiéndome a las escaleras, con la clara intención de salir de la casa.

Tropecé una vez por no poder mantener el equillibrio sobre la pierna herida, pero ignoré el dolor y volví a levantarme para huír. A causa del pitido de mis oídos no podía oír nada, y un nudo en mi pecho apenas me permitía respirar.

El dragon espectral, vigilaba la casa, asi cualquier movimiento dentro de ella seria presenciado por el y podria cortar el flujo de chackra que mantenia el gengutsu del uchiha. A pesar de haber gastado mucho chackra, el uchiha habia echo una sabia decision. El dragon espectral era el mas fuerte de los antiguos dragones, haciendo asi una gran pareja con el shinobi que a pesar de tener menos de la mitad de su chackra, seguia siendo un oponente formidable.

---- apenas habia pasado un instante en el mundo real ----

Morgana le empujo apartandola de su lado. Sus ojos se habian llenado de lagrimas antes de hacerlo y empezo a correr hacia la salida. El uchiha sonrio, al parecer ahora estaba asustada, ahora solo tenia que dirigir ese miedo para fortalecer a la mujer.

La escena para Morgana cambio. El uchiha le hizo revivir una escena de cuando entro y vio su pasado haciendo que ella lo viera como espectadora

<< Se encontraba justo detras de Morgana, en frente un hombre de sonrisa calida y ojos grises. No hacia falta ser un genio para ver que ese hombre sentia algo por Morgana. La escena cambio. Ahora el hombre estaba sangrando en el suelo moribundamente. A juzgar por la posicion de Morgana, esta estaba espantada, era comprensible. >>

Se reproducieron tambien las palabras del profesor de musica asi como las de ella. Tras eso, el uchiha creyo haberla torturado emocionalmente suficiente, aunque... Acababa de tener una idea.

Morgana se encontraba ahora en el salon de su casa, delante suyo, se encontraba reproducido hasta el mas minimo detalle conseguido por el shinobi de su profesor de musica.

- Morgana...

Pasaron unos segundos y un kunai decapito el cuerpo, detras aparecio el shinobi.

- Morgana, te quiero solo para mi, ven conmigo

Tras eso el uchiha le tendio la mano.


En el mundo real, apenas habia pasado un segundo

Antes de que pudiera salir de la habitación, todo cambió. Lawrence se hallaba frente a mí, sonriendo cálidamente. Antes de que pudiera decir nada, desapareció. Me encontraba en mi dormitorio de mi antigua casa, inclinada sobre un moribundo en medio de un charco de sangre.

"Otra vez no", pensé, llevándome las manos a la cabeza.

-Mylady... Morgana...

-No, Lawrence, no hables, por favor...

-Lamento haber... llegado tarde...

Ante mí se repetía la escena de la muerte de mi profesor de música. La veía desde fuera, pero no estaba atenta a ello.

La muchacha enfrente del cadáver sollozó al oír después unas palabras de amor que dijo el moribundo.

-No me dejes, Lawrence, por favor...

-Nunca te abandonaré...

La mano del hombre, sujeta por la joven, cayó al suelo cuando su corazón dejó de latir. Yo estaba de pie a tres metros de la pareja, clavándome las uñas en la cara.

De pronto todo volvió a cambiar. Estaba en mi salón, y delante de mí se encontraba Lawrence. Imposible... No debería estar aquí. Él había muerto en mis brazos.

-Morgana...- me llamó.

Sin darme cuenta, me alejé un paso. No era él, no era Lawrence. No tenían los mismos ojos. Su voz sonaba igual, pero no podía ser él...

Entonces su cabeza rodó por el suelo y Dalmar apareció detrás, tendiéndome la mano. Aquello me hizo ver... que todo eso no era real. Cómo lo sabía? Porque Lawrence murió por mi culpa.

Retrocedí unos cuantos pasos, alejándome del joven de ojos rojos. Sabía que tenía poderes, pero no me había imaginado que pudiera provocar alucinaciones o visiones controladas por él. Era el causante de todo lo que había visto. Me había hecho revivir de nuevo esa muerte...

-Qué ganas con esto?- le pregunté con voz quebrada.

Ahora recordaba su abrazo, su mirada de determinación cuando decía que no podía desearme ningún mal, o que la lluvia no volvería a molestarme. O que enfrentaríamos juntos el pasado. Sabía que quería hacerme daño ahora.

-Mentiroso- susurré, apoyándome contra una pared.

Se habia dado cuenta de que lo que veia no era real. Sin embargo, eso no queria decir que se fuera a librar ni por asomo del Gengutsu del uchiha, cada sentimiento de la muchacha era real. Pues le llegaba a su cerebro y si no controlaba podia sufrir un colapse cerebral.

"mentiroso" Se limitaba a eso? Bien, el shinobi no tenia tiempo para memeces y si la debia matar eso haria. Asi que si la mujer no queria aprender pereceria dentro su ilusion. Los ojos rojizos del uchiha se llenaron de odio, la podia torturar durante milenios y en la realidad solo habria pasado un segundo. Sin embargo, eso no moldearia la determinacion de la chica, parecia apatica.

- La apatia es la muerte

Sin mas dilacion, el muchacho acorto la leve distancia entre ambos, descargando un golpe con el kunai que podria fin a la vida de la muchacha dentro el gengutsu. Eso le causaria un gran dolor.

Pero.... Al atacarla toda la escena quedo encegada haciendo que la mujer no pudiese ver nada de nada. Tampoco sintio dolor alguno, solo que de repente se vio a si misma en un coliseo. El suelo era oscuro y opaco y las gradas tomaban un lugubre relevo.

Delante se encontraba una figura de un chico de aproximadamente unos dieciseis años. En su espalda habia una funda morada de una katana, esta se encontraba en las manos del chico encontrandose el en una postura defensiva, vestia unos oscuros ropajes y se parecia al uchiha que conocia Morgana. A varios metros habia otra figura, tambien era un chico, sin embargo el pelo de este era mas largo y vestia una armadura carmesi. Tenia una aura azulverde alrededor suyo visible a simple vista, y en sus manos descansaba una katana comun impregnada con odio. Los ojos de ambos eran rojizos mostrando un sharingan de tres aspas.

Aquella era la escena. El creador de la ilusion esperaba con eso, reproducir el momento crucial de la vida de Morgana, forzandola a tomar parte en la lucha y hacerla de esta manera capaz de luchar. No por los que queria, pero si por su propia supervivencia. Dalmar se encontraba ajeno al lugar, moldeando cada particula del mundo ilusorio.

- ¡¡Dejala, es mia!! - La voz de la figura carmesi sonaba enfadada y algo grave aunque juvenil. Por el tono de su voz, se podria clasificar facilmente como un loco, pero habia deseo en su voz. Queria poseer a la mujer de una forma u otra.

- Dejala en paz, no partenece a nadie - La voz del muchacho de negro, sonaba calmada y segura. Habia determinacion en ella, iba a proteger a la mujer a toda costa.

- ¡¡ Te voy a matar, es mia, la deseo!!

- No permitire que le hagas daño, hermano

- ¡¡ ES MIA, BASTARDO !!

La figura carmesi ataco despiatadamente a la de ropajes negros. Esta se defendio con habilidad. No obstante, tras un leve intercambio de golpes a varios metros de la mujer, se pudo notar que la figura carmesi tenia ventaja sobre la oscura. Parecia tener una mayor habilidad, fuerza y velocidad. Aumentadas por un odio y un deseo infinitos, haciendo que la vida del otro fuera solo tiempo que se extinguiese.

Tras una habil maniobra de la figura carmesi, la katana de mango purpura fue a parar a los pies de Morgana. Esta espada era muy conocida en el mundo shinobi, su nombre era Kusanagi Chokuto. La figura negra cayo justo a medio metro de Morgana, su boca y nariz sangraban profundamente. La figura carmesi se habalanzo sobre el y se preparo para darle el golpe de gracia con su espada.

- No debiste interponerte hermano

Dijo esas palabras mientras alzaba su espada hacia atras, el otro sabia que su esfuerzo habia sido en vano, pero al menos habia intentado protegerla.

Cerré los ojos cuando vi que alzaba su daga hacia mí. De modo que él me mataría... Me lo merecía de todos modos.

Pero no lo sentí llegar. Ahora me encontraba en aquel coliseo, ante esos dos chicos de ojos rojos. Uno de ellos se parecía a Dalmar.

Empezaron a discutir a gritos; esa escena ya la había vivido antes. Andrew y Lawrence... hermanos que lucharon a muerte por mí. Esos dos chicos eran hermanos que luchaban por el mismo motivo. Y el que quería protegerme iba perdiendo.

La espada cayó a mis pies. Yo había observado la escena paralizada, sin poder hacer nada. Pero iban a matar a ese chico por mi culpa. Otra vez.

Me agaché y cogí la espada con ambas manos, de forma parecida a cómo la cogía el chico de negro. No permitiría que volvieran a matar a alguien por mi culpa, no otra vez.

El de la armadura carmesí se lanzó y yo me interpuse. Curiosamente, lo vi todo a cámara lenta, cada uno de los detalles, como cuando al leer una partitura el tiempo se ralentizaba para escuchar la música en tu mente antes de reproducirla. Golpeé su espada para alejarla de su trayectoria, giré la mía y fui a descargarla a su tórax con todas mis fuerzas, actuando por instinto y sin pensar.

El chico de armadura carmesi abrio los ojos como platos cuando la espada empuñada por Morgana se le incrusto en el pecho. En aquel instante, todo se volvio negro y opaco. La mujer quedo rodeada de oscuridad y entonces se pudo oir una fria voz acompañada de algo de sarcasmo.

- No muriste

Acto seguido, la mujer desperto. El uchiha se encontraba enfrente suyo, ahora con los ojos cerrados. Este los abrio mostrando que aun llebaba el mangekyou sharingan infinito activado. Sin duda la mujer se habria enfadado con el, mas quizas le intentase atacar. Apenas habian pasado cinco minutos en el mundo real, pero el uchiha estaba algo cansado. Tenia menos de la mitad de su chackra, pero con tiempo se repondria.

Puso un pie en el marco de la ventana y giro la cabeza hacia la mujer, se habia echo fuerte ella.

- Te quedaba bien la espada

Acto seguido, salto de la ventana para subirse al tejado, donde se encontraba el immenso dragon espectral. El uchiha le acaricio un poco la cabeza tras la mirada fantasmal de este y se puso de cuclillas.

La verdad era que quizas fuera bueno que la mujer se enfadara con el. El uchiha necesitaba alejarse de la debilidad humana y ella necesitava encontrar a un hombre que la protegiera. Se rio de sus pensamientos, no sabia como podia pensar asi con su corta edad.

Cuando abrí los ojos, me encontraba en mi dormitorio. Dalmar estaba frente a mí. Restrocedí, espantada, antes de que saliera por la ventana. Me apoyé en una esquina, la más alejada de la ventana, y me deslicé lentamente al suelo.

Temblaba, y mi corazón latía rápidamente. No comprendía qué había pasado, no podía comprenderlo. Mi mente reproducía una y otra vez las escenas que el joven me había hecho revivir mientras ardientes y gruesas lágrimas goteaban en el suelo, sin que yo hiciera nada por pararlas.

No podía pensar con claridad, lo que había visto no era real, por mucho que lo pareciera. Qué sacaba Dalmar de todo eso, de atormentarme psicológicamente? Yo no quería matar a nadie, nunca había pretendido hacerle daño a nadie. Odiaba la violencia, detestaba las peleas... Por qué le pedí al joven que me enseñara a luchar?

"Para defenderme de Andrew"

Estaba sentada en la esquina, abrazando mis rodillas. Hundí el rostro en ellas, intentando controlar los sollozos. Quería quitarme esas escenas de la cabeza, quería olvidarlo todo, huir de todo ello, no volver a tener miedo jamás. Odiaba el miedo.

Me levanté y cogí un vestido en buen estado del armario, me metí en el cuarto de baño y me cambié la ropa mojada. Me puse unas botas de cuero, bajé las escaleras, cogí una gabardina negra y salí de casa corriendo, buscando dónde esconderme. Mi visión era borrosa, ya fuera por la lluvia torrencial que me cegaba o por las lágrimas que no cesaban.

No sabía dónde dirigirme, únicamente quería huir, ese era mi pensamiento principal, alejarme de todo. Mis pasos hicieron eco por el asfalto de la calle encharcada iluminada momentáneamente por algún relámpago.

La vio salir de la casa corriendo y el shinobi no la culpaba de nada. La siguio un rato con la mirada, facilmente identificable bajo la lluvia y los momentanios relampagos.

- Estamos otra vez solos verdad?

La cabeza del shinobi ladeo ligeramente mirando al imponente dragon sonriendole. Su voz, llena de melancolia, recordaba viejos momentos, precia un loco, quizas lo estaba. El animal lo miro con total indiferencia. El uchiha capto el mensaje.

- Si, si... puedes irte.

Ahora, su voz parecio de repente cansada, como si el joven estubiera ausente.El animal desaparecio de la nada y el shinobi resto solitariamente, tras un rato se levanto. La mujer ya habia desaparecido del lugar asi que el no hacia nada. No sabia si hacia lo correcto, pero ella era libre de marcharse si queria y si los servicios del uchiha no eran requeridos, pues no hacia nada en aquel lugar. Al fin, penso quizas es bueno y todo, asi podra vivir su vida. Ella ya es fuerte de momento.

Se levanto a la par que sus ojos mostraban el sharingan de tres aspas y salto, cayendo en frente la casa. Saco un kunai y lo dejo clavado en la puerta. Tras eso, empezo a caminar hasta perderse por el horizonte, donde siguio buscando algo que hacer.

Llegué a casa después de unos cuantos días perdida por la ciudad. No recordaba qué había pasado durante esos días. Sólo llegué y vi una daga kunai clavada en la puerta. Me acerqué, la cogí y tiré de ella para arrancarla. Con la daga en la mano, empujé la puerta, que estaba abierta. Miré alrededor; el salón estaba completamente destrozado. Suspiré.

"Supongo que habrá que reparar todo esto", pensé.

Salí de casa para llamar desde una cabina telefónica; no tenía teléfono en casa. Después de un par de llamadas, vinieron unos cristaleros, un equipo de limpieza... Me recomendaron salir de casa hasta que las reparaciones estuvieran completadas. No me preguntaron el por qué del lamentable estado de la estancia. Asentí con la cabeza, cogí mi violín y salí de casa.

Cuando regresé ya habían terminado con las reparaciones. Me esperaba una mujer, que era la encargada de las obras. Le pagué y se marchó.

Entré y observé el salón. Estaba como antes de la destrucción, no había ni un fragmento de cristal por el suelo. Había una lámpara de araña nueva en el techo, más bonita que la anterior.

Dejé mi violín y el otro instrumento de la mujer enmascarada sobre la mesa y subí las escaleras. Entré en mi dormitorio; las sábanas estaban cambiadas, no había sangre en ellas. Fui al armario, cogí un camisón y me lo puse; llevaba días sin dormir. En el espejo de la habitación mi rostro tenía unas púrpuras ojeras bajo los ojos.

Me metí en la cama y me cubrí con las sábanas, cerrando los ojos y sumergiéndome en las profundas aguas del descanso.

Negrura. Era todo lo que veía, un inmenso remolino de iscuridad por el que caía sin poder evitarlo. Un súbito ruido hizo desaparecer el torbellino y caí de bruces contra un suelo liso que parecía de cristal. El suelo no se fragmentó, veía mi reflejo en él.

Sentí movimiento y abrí los ojos. Aún desorientada por los últimos rastros del sueño, distinguí una figura ataviada con una armadura carmesí con los brazos en jarras y los ojos rojos.

Me incorporé de súbito, alarmada, pero al instante me di cuenta de que se trataba de Dalmar.

-Has venido.

No era una pregunta, era una afirmación.

Me tapé la boca para bostezar. Él formuló una pregunta. Que si estaba mejor? No recordaba haber estado mal... Pero esas palabras parecían carentes de interés.

-He descansado- respondí.

Tenía curiosidad de por qué habría venido. Qué hora sería? Parecía más de media noche. No podía saber la hora exacta, ya que la luna estaba cubierta de nubes que me impedían su localización. Aparté la vista de la ventana y lo miré a los ojos, tan punzantes como siempre.

-Qué te atormenta?

Tantos interrogantes... Cómo podían sus ojos cambiar de color? A pesar de la apariencia, sus ojos siempre decían lo mismo, los sentimeintos reflejados no variaban según el color. Parecía sereno, relajado... Mi pregunta pareció confundirlo, si bien su expresión facial no cambiaba, así me lo contaban sus ojos rojos. Cerré los ojos un instante al cegarme un rayo de luz que se reflejó en su armadura carmesí. Los volví a abrir. Para qué llevaría esa pintoresca armadura? Alargué un brazo para tocarla, más que nada por curiosidad. Cuando toqué una placa de su antebrazo, escuché su respuesta.

Le atormentaba el hecho de que pudiera resultar herida? Mi mano cayó suavemente sobre la cama. Lo miré a los ojos, y por su expresión pareció arrepentirse al instante de lo que había dicho. Dio esa respuesta, como intentando quitarle hierro. Sonreí, asintiendo con la cabeza.

-Me refería a lo que te atormenta... no a lo que te pueda preocupar- dije con tono suave.

Miré las sábanas. El olvido era lo que le atormentaba? Era el olvido lo que yo quería lograr, irónicamente.

-Acaso has olvidado algo importante?- le pregunté.

Un rayo de sol iluminó su rostro unos instantes y pareció pensar, recordar. Miles de sensaciones paseaban dentro de sus ojos en esos instantes. Pero la gran mayoría eran sentimientos negativos. Cuando me di cuenta, sus ojos volvían a tener ese extraño símbolo rodeado de rojo sangre.

Me mordí el labio inferior. Esos ojos nunca habían anunciado nada bueno. Entonces habló... Quiénes querían matarlo? Recordé las personas que intentaron asesinarlo en el bosque; peleaban de una forma parecida a él. Sus ojos no reflejaban miedo por su seguridad en aquellos instantes, pero habló de una manera que ellos tenían de acceder a él.

-A qué te refieres?

Me miró como si le sorprendiese que yo no entendiera algo obvio, pero luego habló. Su tono era como si fuese a marcharse. Sonreía mientras hablaba... Algo lo divertía? Entonces retiró su espada de su cinto y la depositó sobre la cama. Qué significaba aquello?

Sus palabras hicieron eco por la habitación. Luego se marchó por la ventana, sin apenas hacer ruido, como una sombra en medio de la noche. Pero no era de noche. Me asomé a la ventana para verlo desaparecer entre las casas a una velocidad que ni en sueños sería capaz de igualar.

Me volví y miré la espada que reposaba a los pies de la cama. Me acerqué y estiré un brazo para tocar con la punta de los dedos el mortífero instrumento. Nunca me habían gustado las armas, aborrecía la violencia. Y dudaba de que alguna vez fuera capaz de matar a alguien... Odiaba la muerte, la lucha y el dolor.

-No...- murmuré para mí misma- no podría hacerlo.

Bajé las escaleras y miré alrededor. Mi estómago dolía, quizá por que no me había alimentado en días. Fui a la cocina, cociné algo sencillo y comí sentada en la mesa, con la mente en blanco. Después de comer, limpié lo usado y fui al salón.

Vi los violines sobre el mueble, pero me decanté por el piano, que no había sufrido daño alguno en la destrucción del salón. Me senté en la banqueta, estiré los brazos y busqué una partitura. Me detuve en una canción que no había tocado hacía tiempo; era perfecta para describir lo que sentía en esos momentos.