Familiarizándome con la ciudad [2/2]

Llevaba viviendo en aquella ciudad casi un año, y sin embargo, casi no se la conocía aún. La mayor parte del tiempo lo había dedicado buscando a algún compañero suyo de Akatsuki. Además, al vivir en las afueras de la ciudad, tan sólo se acercaba para ir a comprar víveres para sobrevivir o artículos de higiene, pero pocas veces se había adentrado al centro de la ciudad.
Ya se estaba haciendo a la idea de que quizá tuviera que vivir allí por un tiempo indeterminado hasta que encontrara a Pain o a otro miembro de Akatsuki que le llevara hasta él, y por eso hoy estaba allí, en un precioso parque con grandes jardines, bancos situados en paralelo a los bordes del camino, y algunas personas paseando por él.

Deidara se encontraba sentado, solo, en uno de los bancos de madera. La gente pasaba por delante suya y algunos se le quedaban mirando, quizá por su vestimenta extravagante. Alrededor suyo, unas pequeñas criaturas de arcilla con aspecto de pájaros o insectos, parecían juguetear para su entretenimiento. Su cuerpo estaba ligeramente encorbado hacia delante y tenía los codos apoyados en las rodillas. Distraído, observaba a sus pequeñas obras de arte.

Spoiler:

Pensativo y en su mundo, el joven rubio no se percató de la presencia de alguien más en su mismo banco hasta que la melodía proveniente de un instrumento de viento captó su atención. A su lado, concretamente en la parte izquierda del asiento, se encontraba un muchacho de no más de 20 años. Tenía el pelo ligeramente largo y de color morado, aunque quizá lo que más destacaba de él era su forma de vestir, o tal vez el par de alas negras que sobresalían de su espalda.

-Vaya, este parece ser el banco de los raros... -Comentó en un ademán casi involuntario al sentir las miradas indiscretas de la gente. Entonces apartó su mirada del desconocido y la alzó para contemplar el cielo. "¿Un ángel...?" pensó mientras continuaba escuchando la música producida por aquel chico.

Off-Rol: Por cierto, y tan solo por curiosidad, ¿cómo es que te gusta hacer yaoi y en tu ficha pone que odia a "los hombres"? Es algo contradictorio xD.

On-Rol:

El bello sonido de la flauta continuó sonando, Deidara llegó a cerrar los ojos con la postura que tenía para relajarse, y las pequeñas criaturas que hasta hace un momento jugueteaban a su lado, ahora permanecían inmóviles. Parecía mentira que se encontrase en ese mismo momento en el centro de una ciudad; la mente del joven Akatsuki solo se centraba en el susurrar de los árboles con el viento y en aquella melodía, que juntos, daban la sensación de encontrarse en medio de una estampa primaveral.
Llegado el momento, Deidara bajó la cabeza para volver a mirar al joven músico.

-¿Sabes? Tocas genial. -Afirmó con la intención de establecer una conversación con el muchacho. -¿Eres músico? Quiero decir... ¿te dedicas profesionalmente a la música? -Le preguntó con gesto curioso.

"Artista, ¿eh?" pensó el criminal tras sorprenderse en cierta manera al escuchar el verdadero oficio del chico, cuyo nombre ahora conocía. -Igualmente. Mi nombre es Deidara. -Le contestó, mostrándole su identidad y devolviéndole una cálida sonrisa. "Para ser dibujante sabe tocar muy bien la flauta..." Acto seguido Deidara desvió la mirada un momento para observar su "arte", que no desvelaría por completo en aquel lugar para no montar un espectáculo. Luego volvió a mirar a Deno. Éste no le parecía un mal chico, de hecho, parecía ser buena gente; diferente, pero en el fondo no parecía tener maldad ninguna.

-Y... ¿llevas mucho tiempo viviendo aquí, en WTFLand? -Preguntó en un afán de romper el hielo.

[i]"Entonces debe de conocer la ciudad como la palma de su mano..."[/color] pensó antes de que Deno le hiciera la pregunta. -Oh, yo... en un par de meses hará un año, aproximadamente. -Le contestó mientras recordaba el día en que llegó a la ciudad y conseguía lo que actualmente es su hogar.

-El caso es que no termino de ubicarme en esta ciudad... se me hace muy grande, supongo. -Había dejado de mirar al chico de cabello liláceo para dejar la vista vagar al frente.

-Sí que lo es... -Suspiró con cierta melancolía en la voz. Tras sus palabras, había vuelto a centrar sus ojos en el joven mientras sonreía. Poco a poco la mueca de alegría fue desapareciendo del rostro del rubio. -Por cierto, en cuanto a tus alas... ¿Eres una especie de ángel? -No se había atrevido a realizar aquella pregunta hasta ahora porque pensaba que podría llegar a incomodarle, pero la curiosidad reconcomía por dentro al joven e inexperto Akatsuki.

El rostro de Deidara mostraba en ese momento una repentina sorpresa debido a la acción del chico. Poco a poco sus mejillas tomaban un color rosado, por la vergüenza. No sabía qué hacer, qué responderle, cómo actuar... En todo caso, la mirada azulada del rubio se encontraba clavada en los ojos del otro, que parecían desnudarle con la vista. -Supongo... que me daría lo mismo. Eres hermoso siendo o no un ángel. -Realmente no sabía cómo había terminado diciendo aquello, casi fue como si hubiera pensado en alto. Aún así, el cuerpo del Akatsuki permaneció inmóvil, mientras su respiración se aceleraba por momentos.

De pronto, la respiración del Akatsuki pareció detenerse; se tranquilizaba. El rostro sorprendido se tornaba ahora aliviado. Durante aquellos instantes no existía nada allí más que el chico de alas negras, pues Deidara no parecía percatarse de las miradas indiscretas de los que observaban la escena extrañados. -Entonces será que no soy un ángel... -Dijo en un leve susurro. Los azules ojos del rubio no dejaban de mirar los morados del otro. Ambos sabían cómo iba a terminar aquella escena, pero por alguna razón que Deidara desconocía, los dos se limitaban a alargar la espera.