Restaurante hindú...

Shinrei y yo comenzamos a caminar por la ciudad sin rumbo fijo, en busca de un lugar donde comer algo. Tras un par de giros por las calles, nos topamos con un enorme edificio de varias plantas. No tan alto como los edificios de Nueva York, pero bastante grande en comparación con la mayoría de edificios que en aquella extraña ciudad había.

-Vaya... un centro comercial...-atravesamos las puertas automáticas y subimos las escaleras mecánicas hasta la tercera planta, donde se encontraba la sección de restaurantes. Me pregunté qué opinaría Shinrei de todo aquello.

Me llamo la atención un restaurante hindú. Hacía mucho que no probaba la comida india, y lo cierto era que me apetecía algo de picante en mi vida.
-¿Quieres que entremos aquí?

Entramos al restaurante, de ambiente bohemio, y nos sentamos en unos cojines a la espera de que nos atendiesen.
La música del sitar y el olor a incienso embargaban el ambiente del local, decorado con diversas estatuas de dioses hindúes. Había telas transparentes separando cada mesa, y los cojines tenían borados exquisitos, además de ser increíblemente cómodos.
-¿Qué te parece todo esto?-pregunté, curiosa.

Asentí, suponiendo que el ambiente exótico le resultaría más agradable que toda la modernidad de la ciudad.
-Pues espero que te guste la comida picante...-comenté, viendo como una camarera, vestida con un sari, se nos acercaba.
-¿Qué van a tomar?-preguntó. Miré la carta, sin decidirme.
-¿Quieres que escoja yo platos para los dos?-pregunté, suponiendo que el chico no tendría ni idea.

Le dije a la camarera que nos sirviera arroz con curry y un tandoori de cabra a cada uno, y koftas (albóndigas especiadas) para los dos, además de roti (pan) para acompañar. De beber pedí una gran jarra de agua, por si especiaban demasiado la comida.
-A ver si te gusta... no a todo el mundo le gusta esta comida-sentencié.

Una de las cosas que no me terminaban de convencer de los restaurantes hindúes era lo mucho que tardaba el servicio. Pero bueno, para una o dos veces merecía la pena. Sin embargo, se había hecho un silencio que comenzaba a ser incómodo.
-Y... urr... ¿qué te parece el Centro Comercial?

Me encogí de hombros.
-Supongo que todo es bastante frío...- sí, comprendía que a la mayoría de gente le molestase las cosas frías. A mí me daba más o menos igual... Por eso, aunque comprendía cómo se podía sentir el chico de pelo blanco, no lo compartía.

La camarera llegó con nuestra comida en una enorme bandeja.
-Que aproveche...

Comencé a comer con avidez, me moría de hambre. Estaba bastante picante -justo como a mí me gustaba- pero no pude evitar mirar al chico para comprobar su reacción a las especias.
-¿Te gusta?-dije tragando una gran masa de arroz.

Esbocé media sonrisa burlona.
-Creo que si te esforzases un poco, encontrarías las ventajas de toda esa tecnología que tanto te desagrada...

Los humanos, pensé, no están abocados al cambio, y éste no tenía por qué ser una excepción. Ni yo misma, tan acostumbrada a las cosas extrañas y nuevas, acababa de acomodarme en aquella extraña ciudad donde todo el mundo parecía tan simpático.

Asentí, sirviéndonos a ambos un poco de agua.
-Esto es mucho más tranquilo que el lugar de donde yo vengo...-expliqué. Aunque había que admitir que tanta tranquilidad me daba escalofríos. Algo malo tenía que haber, ¿no? No todo podía ser felicidad y armonía. En Nueva York por lo menos sabías a qué atenerte...

De repente me llegó un mensaje de móvil. Era mi hermano, informándome de que hoy no comía en casa. Comencé a escribirle un "vale, yo tampoco", ante la atónita mirada del peliblanco.

-Esto es un teléfono móvil- dije, tendiéndole el aparatito.-Sirve para comunicarte con la gente a distancia... Bien por pequeños mensajes, que es lo que yo acabo de hacer, o llamándoles y hablando con ellos. Toda la comunicación se hace mediante ondas, que van del móvil a una antena telefónica, y de esa antena al otro móvil, que posee la persona con la que quieres hablar. Complicado, pero posible- expliqué. Le dejé mi móvil para que lo observase a gusto.

[Off: Me voy ^^ Ya sabes, a eso de las 9 volveré =D]

La explicación, no se lo termina de aclarar, todo le suena rarisimo y bastante inverosimil ¿Como puede existir algo así? Observa el "móvil", pero sin tocarlo, como si temiera que se de una descarga ¿Que mas sorpresas tendría aquel lugar? Casi sonaba a que tenía un montón de gente metida en aquel aparato, y viendo comom están las cosas ahí, no le extrañaría ver salir derepente aun ejercito de ese "móvil".

- Es... demasiado raro.


Pjoff: Ok, hasta entonces ^^

Sonreí de nuevo, me hacía mucha gracia la forma de reaccionar del chico.
-A mí también me resultan raros tus poderes, y sin embargo he decidido probarlos...mira.-Me situé junto a él y active la cámara de fotos de mi móvil.-Dí "patata"...-le dí al botón-. También hace fotos, ¿ves?

Le mostré la imágen en la que salíamos los dos. Ninguno sonreíamos, pero eso era igual.

Los colores le abandonan las mejillas cuando ve la foto. Creeria que ese aparato le ha atrapado el alma si no pensara que el no tiene.

O____O

Tan paralizado se queda, que casi parece que ni respira.


Pjoff: Siento no haber contestado ayer, me tuve que ir pronto...

Solté una carcajada al ver su reacción. Se había quedado blanco como la cal al verse retratado, y con una expresión realmente divertida.
-No te preocupes, es simple tecnología. Te acostumbrarás....-y si no te acostumbras, pensé, peor para tí.

Por primera vez en mi vida no sólo comprendía un sentimiento, sino que además lo compartía. El sentir que estás en un lugar que no entiendes, y al que sientes que no perteneces, era mi pan de cada día.
-Sé como te sientes...-murmuré, casi para mí. Acto seguido me arrepentí de haber dicho en alto eso.